martes, 31 de julio de 2012

31 de julio. San Ignacio de Loyola


Nació en 1491, vísperas del descubrimiento de América.  Huérfano a edad muy temprana, quedó al cuidado del Contador Mayor de Castilla, y más tarde del Virrey de Navarra.  La cercanía con la Casa Real y la aplicación a la carrera militar, hicieron de él un cortesano frívolo y mundano.  Fue asiduo lector de libros de caballería y soñador de grandes hazañas caballerescas en honor de la Dama de sus sueños, que era presumiblemente la hija del Rey.

En la guerra de España contra los franceses, estos atacaron la fortaleza de Pamplona, donde se desempeñaba Ignacio como soldado.  Fue herido de gravedad, estuvo al borde de la muerte e iniciada su recuperación fue larga su convalecencia, lo que le  obligó a tener un retiro forzoso en la casa nobiliaria de Loyola, donde no pudiendo encontrar libros de caballería con que entretenerse, tuvo que aplicarse a la lectura de “La Vida de Cristo” y “La Vida de los Santos”, que le llevaron a “detenerse a pensar” y a determinar su conversión.

Restablecido de su enfermedad, y con deseos de ir a Jerusalén, pasó por el  pueblo de Manresa, donde permaneció unos once meses en plan de oración, ayunos y penitencias, a lo largo de los cuales experimentó vivencias que fueron, en parte, el núcleo fundamental de sus Ejercicios, los que a decir de Pío XI son "un código sapientísimo y completamente universal de normas para dirigir las almas por el camino de la salvación y perfección".

Años después, Ignacio llega a la Universidad de París donde realizó algunos estudios de Teología y en donde, con los Ejercicios, logró la conversión de algunos de sus compañeros, con los que posteriormente fundaría la Compañía de Jesús.

Todo lo aprendido en sus vivencias, lo ha querido comunicar para que a los otros les sea menos dificultoso el camino, advirtiéndoles de los asaltos de que pueden ser objeto, pero también anunciándoles las ayudas con las que pueden contar para coronar con éxito su peregrinar.  Ese es el legado, que nosotros ahora tenemos: Los Ejercicios Espirituales.

Los Ejercicios Espirituales, se inician con una precisión del “sentido de la vida”, que San Ignacio denomina Principio y Fundamento; contienen anotaciones sobre metodología de la oración y reglas de discernimiento que son la versión escrita de sus propias vivencias en el proceso de conversión.  Pero, en su esencia, los Ejercicios Espirituales son la contemplación de la Vida de Cristo que Ignacio, por razones metodológicas, divide en cuatro etapas que llama “semanas”.


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